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Las escrituras. La Biblia es la palabra infalible de Dios, obra de hombres santos quienes hablaron inspirados por el Espíritu Santo. Reconocemos a la Biblia como nuestra guía en asuntos relacionados con doctrina y conducta. (2Ti.3:16; 1Ts.2:13).
La Deidad. Nuestro Dios es un Dios vivo y verdadero, eterno, de infinito poder, sabiduría y bondad, creador y sostén de todas las cosas. En esta Deidad unida, existen tres personas (o personalidades) de una sola sustancia, poder, y eternidad - Padre, Hijo, y Espíritu Santo. (Fil.2:6; Mt.3:15-17).
El hombre, su caída, y su redención. El hombre es un ser creado a la imagen y semejanza de Dios. Debido a la transgresión y caída de Adán el pecado vino al mundo. Jesucristo, el Hijo de Dios, se manifestó para deshacer las obras del diablo. El dio su vida y derramó su sangre para redimir y restaurar la comunión del hombre con Dios. (Ro.5:12; Ro. 3:2; Ro.3:9-10; 1Jn.3:8; Gn.3:13-14). La Salvación es un regalo de Dios al hombre, separada de las obras y de la Ley, operando por gracia por la fe en Jesucristo, produciendo obras aceptables a Dios. (Ef.2:8).
Vida Eterna y el Nuevo Nacimiento. El primer paso del hombre para alcanzar salvación es reconocimiento genuino de su pecado, el cual lleva al arrepentimiento. El nuevo nacimiento es necesario para todo hombre, y su cumplimiento produce vida eterna. (2 Co.7:10; 1Jn.5:12; Jn.3:3-5).
Bautismo en las aguas. El bautismo es un mandamiento directo del Señor, y es para creyentes únicamente. El mandato es un símbolo externo y visible de una obra interna e invisible. El bautismo en las aguas simboliza la identificación del cristiano con Cristo en su muerte, su entierro, y su resurrección. (Mt.28:19; Ro.5:4; Col.2:12; Hch.8:36-39).
Bautismo en el Espíritu Santo. El bautismo en Espíritu Santo es un don de Dios prometido por el Señor Jesucristo para los creyentes en el Señor Jesucristo. (Hch.1:8; Lc.24:49; Hch.1:5).
Santificación. La Biblia enseña que sin santidad nadie verá al Señor. Creemos en la doctrina de la santificacion como una obra de gracia definitiva, aunque progresiva, la cual se inicia al moemento de la regeneración y continua hasta la consumacón de la salvación. (Heb.12:14; 1Ts.5:23; 2Pe.3:18; 2Co.3:18; Fil.3:12-14).
Sanidad Divina. La sanidad es para los males físicos y emocionales del cuerpo, producto del poder de Dios por la oración de fe, y por la imposición de manos y la unción con aceite. Es un privilegio disponible para cada miembro de la iglesia de Jesucristo hoy día. (Mr.16:18; Stg.5:14-20; 1Pe. 2:24; Mt.8:17; Is.53:4-6).
Resurección de los justos y el regreso del Señor. Los ángeles dijeron: "Este mismo Jesus, que ha sido tomado de vosotros al cielo, vendrá como le habéis visto ir al cielo". Su regreso es inminente. Cuando regrese los muertos en Cristo resucitarán primero, y luego los creyentes aun en sus cuerpos serán levantados con ellos a los cielos para encontrarse con el Señor en los aires. (Hch.1:11; 1Ts.4:1-17). El regresará a la tierra como Rey de Reyes y Señor de Señores, y reinará con su iglesia por mil años. (Ap.20:6).
El infierno y el castigo eterno. Aquel que muere físicamente en su pecado, sin Cristo, estará irremediablemente y eternamente perdido, destinado al lago de fuego, y por lo tanto no tendrá oportunidad de escuchar el evangelio o de arrepentirse. El lago de fuego es literal. Los términos "eterno" y "para siempre", usados para describir la duración del castigo en el lago de fuego, conlleva el mismo pensamiento y significado de existencia sin fin que se usa al describir la duración el gozo y el éxtasis que disfrutaran los santos en la presencia del Señor. (Heb.9:27; Ap.19:20; Heb.6:1-2).
La Comunión ("Cena del Señor"). Participamos de la cena del Señor, simbolizando su muerte hasta su regreso. El pan simboliza el cuerpo quebrantado del Señor y la copa simboliza el nuevo pacto que por su sangre nos provee perdón de pecados y comunión con Dios. Nos examinamos antes de tomarla, sabiendo que si la tomamos sin ser dignos de ella, sin darle honor como símbolo de nuestra salvación y en consideración por los hermanos, somos culpables del cuerpo y la sangre del Señor. (1Co.11:23-31).
Imposición de manos. En obediencia a los ejemplos y a lo que está escrito en la Biblia, creemos en la imposición de manos para bendición, sanidad de los enfermos, para instalación ministerial, para recibir el Espíritu Santo, para recibir unción, para consagrar en la ordenación y recibir poder para ejercer el ministerio. (Mr.10:13-16; Mr.5:22-23; Hch.8:16-17; 1Ti.4:14).